Cuelgan
discretamente, pero están ahí. Se aprecian en cualquiera de la dos fotografías
de detalles que adjuntamos. En la parte inferior donde aparecen sentadas las
figuras de Santa Teresa y San Juan de la Cruz, justo debajo, está la vid del
Carmelo, entre sus ramas cuelgan algunos racimos y algunos pendientes antiguos
de gran valor. Se pueden ver unos pendientes redondos, con un rubí en el centro,
rodeados de brillantes. Están ahí por una razón muy especial.
Hacía
calor una de las tardes en que las dependencias de la Archicofradía se abrían
para recoger las papeletas de sitio y entradas para la Coronación. Nada más
abrir, sobre las 18´00 horas, se acerca una señora mayor, vestida de negro,
bastón en mano y cabellera blanca recogida en un moño de los de antes.
-
Buenas tardes, le dijimos.
-
Muy buenas, nos dijo ella.
-
Menos mal que están aquí, porque he venido tres veces desde el Naranjo, y vengo
caminando, porque a mi me ha gustado siempre caminar. Eso, he venido tres veces
y no sabía a qué hora abrían.
-
Pues abrimos a partir de las 18´00 horas.
-
Claro, me extrañaba, yo venía a las cinco y estaba todo cerrado.
-
Bueno, menos mal, es que antes de le pongan la Corona a mi Madre del Carmen,
quiero entregar estas piezas antiguas: Son la alianza de mi marido y estos
pendientes de cuando me casé con él, ¡Quién mejor que la Virgen para que los
tenga en su corona!
-
Muchas gracias, está Usted estupendamente Señora.
-
Ella me cuida, dijo la amable mujer. Que salga todo muy bien, Adios, buenas
tardes.
Una
vez que se marchó, los que estábamos allí dijimos, qué mujer, qué bonito
detalle. Pero la Corona ya estaba terminada y guardada. No había problema,
habría un lugar para que luzcan aquellos pendientes, discretamente pero allí
están, reflejando en su brillo la devoción de aquella mujer, ejemplo de tantas
personas que siempre miran a su Madre del Escapulario como faro en su camino y
le entregan lo mejor de toda de su vida, de todos sus recuerdos, saben que en
sus manos se transforman en un corazón lleno de paz y de ternura.
Este
es en verdad el valor de la Corona de Nuestra Madre del Carmen.
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